La mies es mucha, los obreros son pocos.
Cristo confía a sus apóstoles la tarea de anunciar a todas las gentes la salvación, los llama y los envía en forma personal, otorgándoles poderes de sanación corporal y de conversión. Esta misión implica la transformación social del mundo. El sacerdote de nuestro tiempo tiene que ser a la vez padre y maestro. No cualquiera puede asumir esa tarea, ni es una responsabilidad que se improvisa. Hace falta ser llamado y enviado y ahora más que nunca "la mies es mucha".
Hermanas y hermanos:
El Evangelio de hoy nos muestra a un Cristo lleno de misericordia que se conmueve al ver a las gentes "extenuadas y abandonadas, como ovejas que no tienen pastor". Es el mismo panorama que contempla también hoy la Iglesia porque "la mies es mucha y los obreros pocos". ¡Hacen falta sacerdotes! ¿Por qué disminuyen las vocaciones? ¿Qué puede estar sucediendo? Es evidente que el materialismo ha invadido el hogar y la escuela, la economía, la política y el trabajo.
La familia se preocupa por el bienestar, el "status social". El colegio busca transmitir información, más que formar en la virtud y en la convivencia. Los jóvenes se mueven por lo útil, lo más cómodo, el criterio de lo desechable. Entonces no pueden asombrarnos las conclusiones de este Evangelio: "La mies es mucha y será cada vez mayor, y los obreros pocos, y serán cada vez menos". Sin embargo hay otra causa más profunda y anterior: el hombre moderno ha expulsado a Dios de su vida.
La primera recomendación que Cristo nos hace es la oración: "Rogad al dueño de la mies, que envíe operarios a su mies". La Iglesia será vigorosa si la comunidad de los creyentes es sólida y está bien formada en las verdades religiosas. Una de las carencias más graves del cristiano de nuestro tiempo es la ignorancia religiosa. La formación no se suple con nada. El mundo a nuestro alrededor tiene derecho a exigir de los cristianos "que den razones de su fe". Pero "nadie da lo que no tiene". Nuestra oración debe seguir siendo: "Señor, danos santos y sabios sacerdotes según tu corazón".
La segunda recomendación de Jesús marca el estilo de la vida cristiana: "Lo habéis recibido gratis, dadlo gratis". Cada cristiano es "gracia de Dios" para sus hermanos y debe entregarse con corazón amplio a ejemplo de Jesucristo que se entregó a sí mismo hasta la muerte y muerte de cruz para la salvación de todos los hombres. Hemos de educar a nuestros jóvenes a la generosidad para que crezca el número y la calidad de los "pastores que se ocupen de las ovejas".
Pidamos a Dios por las vocaciones y eduquemos a nuestros hijos en la generosidad para que puedan percibir el llamado divino. Ellos y toda la comunidad que los sostiene llevamos un tesoro en vasos de barro. Amén.
En la Santísima Trinidad:
Padre Roberto Mena, S.T.