Con Cristo y como El podemos vencer todas las tentaciones, enfocados en la Mision
Por Padre Roberto Mena, S.T
Acabamos de ser testigos de una lucha cuerpo a cuerpo entre Jesús y Satanás en medio de las arenas del desierto. El tentador ha sufrido una derrota y, a pesar de todos sus intentos, no podrá recuperarse nunca más. ¿Cuál fue el secreto de Jesús para triunfar sobre el maligno? ¿Qué debemos hacer nosotros frente a las tentaciones?
Desde el comienzo Jesús obligó a Satanás a apartarse de él. En una pelea de box el que golpea primero tiene la ventaja. En la lucha contra las tentaciones, si dejamos que el enemigo se quede cerca de nosotros, si dialogamos con él, llevamos la de perder. El relato de las tentaciones es la representación dramática de todas las opciones que el Señor tuvo que realizar en su vida y de las que todo cristiano debe enfrentar también en la actualidad. Como Jesús debemos ser tajantes y cortar en seco desde el primer momento.
Jesús no aceptó negociar en lo que se refería a su misión. La vocación que Dios nos ha dado es un tema no negociable con el enemigo del alma. Jesús encontró fuerza para vencer sobre la tentación y el pecado, en el silencio del desierto, en la oración, en la intimidad con su Padre. Ese era su secreto. Y nosotros ¡Cuántas veces sentimos la tentación de comprar el poder y el dominio, olvidándonos de la misión que Dios nos ha confiado! Pero Él nos ayudará a descubrir todo lo que puede iluminar nuestra noche.
Jesús nos anima a seguir su ejemplo y nos ayuda a desenmascarar nuestros caminos torcidos. Él conoce las luchas que libramos para permanecerle fieles a su verdad y a su influencia salvadora en nuestras vidas. Nos dice una y otra vez: ¡Abandónate! ¡Confíame tus temores! Abandonarse a Dios no es dejarle las cosas a Él para que resuelva nuestros problemas. Abandonarse es dejar que sea Él quien construya nuestra vida.
¿De qué tenemos que convertirnos hoy? Del materialismo consumista, del afán de poder, de hacernos un dios a la medida de nuestros propios intereses, del afán de placer. Cuando ocurre que caes una y otra vez, es porque eres débil. Pero ¡No te hundas! El Evangelio te traza el camino de la confianza. Aún en medio de las dificultades debe nacer en tu interior la seguridad de que, con Cristo, puedes vencer.
Decía el escritor inglés Henry Beecherm. "Es el fracaso lo que convierte el hueso en piedra, el cartílago en músculo; lo que hace a los hombres invencibles". Durante estos días cuaresmales retirémonos al desierto de la oración y allí encontraremos como Cristo la luz y la gracia de la salvación. Así sea.
En la Santísima Trinidad:
Padre Roberto Mena, S.T