CONSTRUIR SOBRE TERRENO FIRME
Homilia de Domingo, 1 de Junio de 2008
9 Domingo de Tiempo Ordinario (A)
De P. Roberto Mena, ST
LECTURAS DE DOMINGO
¿Quiénes son los que van a cambiar el mundo? No van a ser los grandes organizadores, ni los personajes influyentes, ni los estudiosos, van a ser los santos. Pero y la santidad ¿Qué es? Es la respuesta a la fe. El santo es el hombre sabio que construye su vida sobre roca, nos dice Jesús en el evangelio de hoy.
Cualquiera de nosotros puede verse reflejado fácilmente en uno de los dos hombres que construyen su casa. Aparentemente los dos hacen lo mismo: Pero no es igual construir sobre roca que sobre arena. Al llegar la tormenta se descubre sobre qué estaban puestos los cimientos. Dios ha concedido al hombre el gran don de la libertad. Podemos construir el mundo y nuestra vida como queramos, en el bien o en el mal, con optimismo o con pesimismo, triunfando o fracasando, pero al final sólo una cosa da solidez a los cimientos: la santidad.
Para los discípulos de Cristo es tiempo de hechos y no de palabras: Jesús les dice: "Si queréis ser mis discípulos, haced la voluntad de vuestro Padre, Dios". La vida cristiana es una puesta en práctica del programa que Jesús predicó en el sermón de la montaña y sobre todo con su propia vida: orar, sacrificarse por los necesitados, amar y servir al prójimo, cumplir con los propios deberes, perdonar, confiar en Dios.
Lo que el Señor nos pide no es hablar sino hacer. Y el verbo "hacer" significa dejar que la palabra de Dios modele nuestra manera de pensar; significa procurar que las actitudes de Cristo impregnen nuestro comportamiento, significa dejarnos convertir poco a poco con una actitud siempre renovada, significa detenerse con frecuencia a reflexionar sobre el valor de nuestra vida a la luz de la fe, significa preguntarnos sobre cómo nos guía la Palabra de Dios en medio de los problemas de nuestro mundo. ¿Creemos de verdad lo que nos dice la Palabra de Dios, hasta el punto de convertirla en una conducta ejemplar?
Construir en terreno firme no significa huir de las tempestades y de los terremotos de la vida, sino colocarse en una posición de ventaja, insuperable, que aguantará cualquier embate. Bien sabemos que caminamos a diario entre golpes de viento y sorpresas de la vida por los caminos de Dios: Son las dificultades que ponen a prueba nuestra fe pero que también la refuerzan. Todas las pruebas, grandes o pequeñas, nos hacen sentir pobres y débiles ante Dios, y, por tanto, necesitados de salvación. La hora de la crisis puede ser también la hora de la gracia y de la conversión, pero necesitamos excavar hasta llegar a la Roca.
La roca es la Palabra y la Eucaristía. Por eso, domingo tras domingo vamos descubriendo el proyecto de Dios sobre nuestra vida. Los problemas y las tentaciones serán los mismos, pero encontraremos nuestras seguridades en la ayuda y la gracia de Dios que mantendrán firme nuestra fe, nuestra vocación, nuestra familia, nuestros apostolados y la vida misma de la Iglesia. Que así sea.
En la Santísima Trinidad:
Padre Roberto Mena, S.T.
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