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Un hermano me envió un e-mail con una anécdota que esa misma tarde les acababa de contar un Sacerdote en un Retiro. Os la transcribo:
Ese Sacerdote tenía un amigo taxista, que le contó (al Sacerdote) lo siguiente:
Se subió al taxi una chica joven.
Chica joven: "A la Clínica Dator, por favor" (se trata de una clínica tristemente famosa de Madrid, dedicada a la práctica del aborto, y el taxista le explica lo que le espera allí...).
Chica joven: "Ya lo sé, es un crimen, pero déjeme usted en paz"
Taxista: "Imagínese que se lo hacen a usted misma"
Chica joven: "Oiga, lléveme a la Clínica Dator y haga el favor de callarse"
Taxista: (en el momento de ir a pagar ella): "Tenga usted ese hijo, y en mi familia lo adoptaremos"
Chica joven: "Me tendrían que adoptar a mí también, pues no tengo casa, y no sé a dónde ir"
Media hora después se presentaba el taxista con aquella joven en su casa, y le decía a su mujer que Dios les había enviado dos hijos más...
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Durante la Guerra Civil Española, entre los años 1937 y 1938, los sectores republicanos próximos al partido comunista deportaron a Rusia casi 3.000 niños (junto con unos 20.000 a Francia, 5.000 a Bélgica y 4.000 a Inglaterra) y se les desplazaba por protección, para evitarles las desgracias de la guerra. En general lo hicieron con conocimiento de sus padres, que querían protegerles, pero los niños no siempre acabaron donde querían sus padres. En concreto, muchos de los que fueron a Rusia, en principio tenían que ir a otros países.
Lo pasaron fatal. Muchos murieron durante la Guerra Mundial, luchando con Rusia o semiabandonados. En 1943 ya había muerto el 40% de ellos. El franquismo desconfió de su retorno porque temía que se hubieran convertido en agentes comunistas. De todos modos, hacia el final de los años 50 un acuerdo permitió el retorno a España de aproximadamente la mitad de ellos. Otros 150 acabaron en México y unos 200 vivieron durante quince años en Cuba como asesores del régimen de Fidel Castro. En el 2004 aún vivían en Rusia 239 "niños de la guerra".
A los niños que fueron a Rusia se les llamó "Niños de Rusia", o "Niños de la Guerra". Ir a Rusia en aquel tiempo era claramente ir al fin del mundo...
Pues bien, uno de los grupos de niños que iban en dirección a Rusia paró unas horas en el pueblo de Picassent (20.000 habitantes, provincia de Valencia). En un momento dado, una señora vio a un niño y a una niña llorando. Se puso a hablar un instante con ellos y le dijeron que no querían ir a Rusia, y que eran hermanos. Entonces la señora les dijo: "¿queréis venir con mi familia?". Ellos enseguida le dijeron que sí. Y una vez que la señora se había percatado de que en ese momento nadie les estaba mirando, aprovechó la ocasión para introducirlos rápidamente en el portal de su casa, que estaba allí mismo. Con el follón impresionante, nadie de los que se llevaban exiliados a los niños se percató de que faltaban dos. Y, si se percataron, nadie los buscó...
Al igual que la increíble anécdota del taxista que os he relatado en el mensaje anterior, esos niños se convirtieron en dos hijos más de la familia y, pasados los años, la niña se casó con el hijo de esa señora. Y el niño fue Sacerdote del Opus Dei.
Este Sacerdote se consideraba a todos los efectos natural de Picassent, y estaba siempre muy orgulloso de serlo. Y, sobre todo, estaba muy feliz de pertenecer a esa buena familia que les había acogido a él y a su hermana en tan terribles momentos. De hecho, "Los Niños de la Guerra" se quedaron ya siempre a vivir en la Unión Soviética, y se sabe que sufrieron mucho con la lejanía de su tierra y de su lengua, con el intenso frío, con la precariedad económica del Comunismo, con la Segunda Guerra Mundial y sus consecuencias, etc. etc. Además, según muchos testimonios personales, esos miles de niños no fueron bien tratados en Rusia, y sufrieron lo indecible...
Un hermano mío sabía de la historia de este Sacerdote, que hace unos años se fue con Dios, porque vivió durante un tiempo con él.
¡¡ Preciosa esta historia !! ¿verdad?
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Antiguamente (al menos en España, y me imagino que en otras partes del mundo) se moría mucha gente por una teoría que había, y era la siguiente: cuando alguien se ponía enfermo, lo primero que hacían los médicos era prescribir ¡¡ no darle de comer... !! No se tenían entonces, ni mucho menos, tantos conocimientos como se tienen ahora, gracias a Dios.
Pues bien, un niño de dos meses estaba muy enfermo y a punto de morir. Por supuesto, ¡¡ se le había prescrito que no tomara nada... !! Llegó un momento en que el médico les dijo a sus padres (era el primer hijo que tenían) que seguro que no iba a pasar ya de esa noche. Entonces sus padres encargaron una pequeña ataúd. A continuación un señor fue a su casa para tomar las medidas del niño, con el fin de que su cuerpecito al día siguiente se ajustara bien en el ataúd...
Estando ya algo avanzada la noche, el padre del bebé le dijo a su esposa que era mejor que se fuera a la cama pues llevaba muchas noches sin dormir, y era del todo previsible que el día siguiente fuera tremendo... Ella le hizo caso, y se fue (destrozada, como es lógico) a dormir. Estando el padre del niño a solas con él, pensó: "pues si ha de morir, ¡¡ que se muera harto !!". Llamó a la muchacha, y le pidió que le preparara un biberón. Cuando el padre del niño se puso a dárselo, y vio cómo su hijo se agarraba con enorme ansia al biberón, dijo: "¡¡ Este niño no se muere esta noche !!
Y efectivamente, no se murió esa noche, ni tampoco a la otra, ni a la otra... ¡¡ Ese niño era mi padre, que vivió hasta los 94 años !! Por cierto, murió sin ningún dolor, con la cabeza clara, rodeado de todos nosotros, muy feliz y muy lleno de Dios, como había vivido siempre.
Me ha hecho mucha ilusión haberos relatado esta historia tan tierna y tan impresionante de la vida de mis abuelos y de la vida de mi padre.
LAUS DEO et GRATIAS DEO!
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