MariCruz Admin
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| Tema: Ave María, Madre del Adviento Jue Dic 11, 2008 1:30 am | |
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Ave María, Madre del Adviento
José Luis Turiel
El venerable Papa Pablo VI, en su exhortación apostólica "Maríalis cultus”, enseña que el tiempo de Adviento es claramente Mariano, y a menudo la liturgia hace memoria de la Santísima Virgen María. Lo hace en la solemnidad de la Inmaculada, que es la preparación radical a la venida del Salvador (cfr. Is 11,1.10) y el feliz inicio de la Iglesia sin mácula ni arruga. Pero sobre todo la contempla con amor en los días feriales que van del 17 al 24 de diciembre y, más concretamente, el domingo anterior a la Navidad, en que hace resonar antiguas voces proféticas sobre la Virgen Madre y el Mesías, y se leen fragmentos evangélicos relativos al nacimiento inminente de Cristo y del Precursor. De este modo, “los fieles que viven con la liturgia el espíritu del Adviento, al considerar el inefable amor con que la Virgen Madre esperó a su Hijo (Cfr. Prefacio II de Adviento), se sentirán animados a tomarla por modelo y a prepararse, vigilantes en la oración y gozosos en la alabanza, para salir al encuentro del Salvador que viene” (MC nº 3).
A la Virgen María la honramos sobre todo por ser la Madre de Dios (Theotókos). Así la canta la liturgia, que contempla variados aspectos de lo que es María, pero todos en torno a su misión de ser Madre de Dios. La Madre, unida en cuerpo y en espíritu a Cristo, no podía dejar de estar presente en los sucesivos misterios de su Hijo. Y Ella siempre nos remite a Cristo, nos enseña a amarle y nos hace desear imitarle con amor. No es una santa más del santoral, sino la “puerta” para adentrarnos en el misterio de la persona de Jesucristo, el Salvador.
Ahora que nos preparamos para recibir a Cristo en la Navidad y ofrecerlo a los demás, nos fijamos en la Virgen María porque Ella debe ser en todo nuestro modelo. En Ella, concebida sin pecado original y preparada por el Padre desde toda la eternidad, nacida como judía, hija de Israel, pero Madre de todos los discípulos de su Hijo, que los llama de entre todos los pueblos, se concentran todas las esperanzas de la humanidad. Ella es la mujer sencilla y obediente, mujer del silencio y de la escucha atenta a la Palabra. Mujer fuerte, que se fía absolutamente de Dios. Mujer llena de la gracia del Señor. Mujer ornada de amor, de belleza y de pureza. Mujer pobre y humilde. Mujer de fe, feliz porque ha creído. Mujer sierva del Señor. Mujer del sí generoso, siempre dispuesta para la obra de Dios.
Probablemente la oración más bella que se dirige a la Virgen María en cualquier lugar del mundo es el “Ave María”. Como dice el Cardenal Angelo Comastri, el Ave María es la oración más antigua que le dirigimos a la Virgen María (“L’angelo mi disse. Autobiografia di Maria”, 2007). Empieza en la casa de Nazaret en Galilea, de los labios del arcángel S. Gabriel, y continúa en la casa de Ein-Karem, en Judea, de los labios de Isabel. Y después pasa a los labios de la Iglesia de todos los tiempos y de todas las latitudes, en todos los momentos de la vida. ¿Quién podría contar todas las personas que han rezado a María con estas sencillas y magníficas palabras? Hoy eres tú, este Adviento somos nosotros... Amemos mucho esta bella oración del Ave María, que hemos aprendido de pequeños, y hagámosla conocer a quienes nos rodean. Recémosla cada día, con sencillez y humildad, con corazón de hijos. Y recémosla, con espíritu agradecido y contemplativo, sobre todo en este tiempo mariano del Adviento, preparando la Navidad.
Mons. Joan Enric Vives Sicilia, Obispo de Urgell
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