04/ 2/08
Tiempo Ordinario: (1ª Parte)
1ª Lectura 2Sam 15,13-14
13 Alguien fue a informarle a David: "Los hombres de
Israel se pasaron a Absalón". 14 David entonces dijo a
sus servidores y a los que estaban con él en Jerusalén:
"¡Rápido, huyamos, porque en caso contrario no
escaparemos de Absalón! Salgamos inmediatamente,
porque si nos alcanza, nos derrotará y pasará a cuchillo la
ciudad".
2Sam 15,30
30 Mientras David subía el cerro de los Olivos, iba
llorando, con un velo en la cabeza y caminando descalzo.
Todos los que estaban con él llevaban también la cabeza
cubierta y subían llorando.
HUMILLACIÓN DE DAVID
2Sam 16,5-13
5 Como el rey David se acercara a Bajurim, salió un
hombre de la familia de Saúl que se llamaba Simeí, hijo de
Guera. Mientras caminaba, iba lanzando toda clase de
maldiciones. 6 Y tiraba piedras a David y a los
servidores del rey, mientras el rey David caminaba
rodeado a derecha e izquierda por el pueblo y su guardia.
7 Simeí lo maldecía: "¡Andate, ándate! No eres más que
un sanguinario y un criminal! 8 Yavé ha hecho recaer
sobre ti la sangre de la familia de Saúl; así como tú le
quitaste el trono, así también ahora Yavé se lo da a tu hijo
Absalón. Te ha venido la desgracia porque eres un
sanguinario".
9 Abisaí, hijo de Seruya, dijo al rey: "¿Por qué ese
perro despanzurrado maldice al rey mi señor? Déjame
pasar el torrente y le corto la cabeza". 10 Pero el rey le
respondió: "Hijo de Seruya, no te metas en mis asuntos;
tal vez me maldice porque Yavé le dijo: ¡Maldice a David!
¿y quién tendrá derecho a preguntarle por qué lo hace?"
11 David dijo entonces a Abisaí y a sus servidores: "Si mi
hijo, el que salió de mí, quiere atentar contra mi vida, con
cuánta mayor razón ese hombre de Benjamín. Déjenlo que
maldiga si Yavé se lo dijo. 12 A lo mejor Yavé toma en
cuenta esta mi pena para devolverme la felicidad después
de la maldición de hoy".
13 David y sus hombres continuaron su camino
mientras Simeí seguía en la misma dirección pero al otro
lado de la quebrada; maldecía, tiraba piedras y levantaba
polvo.
Salmo Responsorial
Sal 3,2-3
2 ¡Señor, cuántos son mis adversarios,
cuántos los que se alzan contra mí!
3 ¡Cuántos los que me dicen:
"Ya no tienes en Dios salvación"!
Sal 3,4-5
4 Mas tú, Señor, eres mi escudo,
mi gloria, el que levanta mi cabeza.
5 Tan pronto como llamo al Señor,
me responde desde su monte santo.
Sal 3,6-7
6 Yo me acuesto y me duermo,
y me levanto: el Señor me sostiene.
7 No le temo al pueblo que me rodea,
que por todas partes me amenaza.
Evangelio Mc 5,1-20
1 Llegaron a la otra orilla del lago, que es la región de los
gerasenos. 2 Apenas había bajado Jesús de la barca, un
hombre vino a su encuentro, saliendo de entre los
sepulcros, pues estaba poseído por un espíritu malo. 3
El hombre vivía entre los sepulcros, y nadie podía
sujetarlo ni siquiera con cadenas. 4 Varias veces lo habían
amarrado con grillos y cadenas, pero él rompía las
cadenas y hacía pedazos los grillos, y nadie lograba
dominarlo. 5 Día y noche andaba por los cerros, entre los
sepulcros, gritando y lastimándose con piedras.
6 Al divisar a Jesús, fue corriendo y se echó de rodillas a
sus pies. 7 Entre gritos le decía: "¡No te metas
conmigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo! Te ruego por
Dios que no me atormentes." 8 Es que Jesús le había
dicho: "Espíritu malo, sal de este hombre." 9 Cuando
Jesús le preguntó: "¿Cómo te llamas?", contestó: "Me
llamo Multitud, porque somos muchos." 10 Y rogaban
insistentemente a Jesús que no los echara de aquella
región.
11 Había allí una gran piara de cerdos comiendo al pie del
cerro. 12 Los espíritus le rogaron: "Envíanos a esa piara
y déjanos entrar en los cerdos." Y Jesús se lo permitió.
13 Entonces los espíritus malos salieron del hombre y
entraron en los cerdos; en un instante las piaras se
arrojaron al agua desde lo alto del acantilado y todos los
cerdos se ahogaron en el lago. 14 Los cuidadores de los
cerdos huyeron y contaron lo ocurrido en la ciudad y por
el campo, de modo que toda la gente fue a ver lo que había
sucedido.
15 Se acercaron a Jesús y vieron al hombre
endemoniado, el que había estado en poder de la
Multitud, sentado, vestido y en su sano juicio. Todos se
asustaron. 16 Los testigos les contaron lo ocurrido al
endemoniado y a los cerdos, 17 y ellos rogaban a Jesús
que se alejara de sus tierras.
18 Cuando Jesús subía a la barca, el hombre que había
tenido el espíritu malo le pidió insistentemente que le
permitiera irse con él. 19 Pero Jesús no se lo permitió,
sino que le dijo: "Vete a tu casa con los tuyos y cuéntales
lo que el Señor ha hecho contigo y cómo ha tenido
compasión de ti." 20 El hombre se fue y empezó a
proclamar por la región de la Decápolis lo que Jesús había
hecho con él; y todos quedaban admirados.
* * *