DIOS SALE AL ENCUENTRO
Eric Marshal y Stuart Hample recopilaron unos cuantos dichos infantiles sobre Dios. Uno de ellos dice así, poco más o menos: Dios lo hizo en muchos días, así que tú no querrás hacerlo todo enseguida”.
El ser humano vive a todo gas. El Dr. Víctor E. Frankl analizó la vida humana desde un punto de vista psicológico y llegó a la siguiente conclusión: “La prisa, el ritmo acelerado constituyen un intento inútil de liberarnos de la frustración existencial. Cuanto menos logra el hombre hallar una finalidad a su vida, tanto más acelera sus pasos en el sendero de la vida, que ha acabado por presentársele sin objetivo alguno”.
En la búsqueda de Dios, no se ha de andar con prisas, pues, a veces, resulta un lento proceso. Si ha de quedar claro que más que el ser humano buscar a Dios, Dios busca a éste, desea su corazón: “Sirvan a Dios con un corazón entero y una voluntad dispuesta; porque Dios busca todos los corazones y conoce todos los planes que trazan. Si le buscamos a El, hará que lo encontremos” ( 1Co 28,9 ) Así lo confirma el místico Abu Azid cuando dice: “ Yo busqué a Dios durante treinta años; yo creía que era yo quien le deseaba, pero no, era él quien me deseaba a mí”.
En toda búsqueda la persona debe confiar en Dios. “Confía en Yavé con todo tu corazón, y no te apoyes sobre tu propia prudencia. En todos tus caminos piensa en El, y El allanará tus senderos” ( Pr 3,5-6).
Una de las más hermosas descripciones de Dios en pos de la persona es la de Francis Thompson en el poema The Hound of Heaven.
“Yo huía de Él, durante las noches y durante los días;
yo huía de Él en el transcurso de los años;
yo huía de Él por las laberínticas sendas de mi propia mente;
y en medio de las lágrimas me escondía de El, lo mismo que entre la risa pasajera...”
Dios sale al encuentro, y nosotros huimos, Dios está presente en todos los momentos de nuestra vida. La oración, es precisamente, donde nos podemos dar cuenta de esta realidad, donde podemos sacar tiempo para escuchar a Dios. Así lo dijo Ernest Gordon: “ La oración no es sólo hablar sino escuchar; no sólo un recibir sino dar; no sólo un buscar sino un hallar; no sólo un monólogo sino un diálogo; no sólo un descanso sino un esfuerzo; no sólo un escape del torbellino de la vida sino un desafío para la lucha”.
En cierta ocasión un estudiante entró en el laboratorio de Luis Pasteur y vio a aquel hombre famoso inclinado ante una mesa con la cabeza agachada. Esperó en silencio hasta que Pasteur levantó la cabeza. Cuando el científico se volvió, aquel estudiante se dio cuenta de que había estado observando y estudiando algo en el microscopio. –“Yo creía que usted estaba rezando”, le dijo el estudiante. –“Y efectivamente, así es, estaba orando”, le respondió Pasteur.
Dios se encuentra siempre disponible para nosotros. “No tenemos más que hablarle. Ahora. Hoy. Esta noche. El comprende nuestro lenguaje, nuestros temores, nuestros secretos, nuestra amargura. El no te considerará como un sentimental si le hablas afectuosamente del pasado, si eres ya viejo. No se apartará de ti aunque seas un mentiroso, un ladrón, un asesino, un hipócrita, un traidor. El te escuchará, no se mostrará impaciente si te vuelves sensiblero, o si clamas buscando la propia conmiseración, o si eres un cobarde o un necio. Toda su vida ha estado escuchando a gente así. Y continuará escuchándola. Mientras él escucha, verás que tus propios problemas se solucionan.
¿Te hablará además? ¿Quién lo sabe? Quizá. Seguramente, si le preguntas. Si le escuchas, además”(Taylor Caldwell).