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Os traigo hoy tres hechos. Como siempre, son totalmente reales:
A) Voy a contaros una anécdota de mi vida de la que me acuerdo tan bien que parece que la estoy viendo por un agujerito...
En mi colegio había una norma muy clara: "cuando ya había comenzado la clase, no se podía entrar en ella". Nunca presencié yo ninguna excepción a esa norma. Era tajante.
Antes no era costumbre que los varones ayudaran en la casa. Pues bien, en mi familia casi todo eran varones, y yo era la mayor de las chicas. Tenía yo 15 años recién cumplidos. Cada mañana ayudaba a que se arreglaran mis hermanos, y acompañaba a varios de ellos al colegio. Yo entraba a las 8 de la mañana.
Un día subiendo la gran escalera interior del cole, me dí cuenta de que por la hora que era, seguro que ya habría comenzado la clase, y por tanto iba a ser imposible entrar en ella. Pero en uno de los rellanos de la escalera había una imagen muy grande de la Virgen. Me paré y con mucha fe le dije que, aunque en lo de la puntualidad nunca habían excepciones, ¡¡ Ella, si quería, podría hacer que yo pudiera entrar !! Así que seguí subiendo las escaleras y abrí la puerta de la clase. La Madre (profesora, que era religiosa) ¡¡ no me dijo absolutamente nada !! Me senté en mi pupitre, y ella siguió sin decirme nada de nada. En el día de hoy aún sigo alucinada por aquel hecho...
Pero el favor de la Virgen todavía fue más grande: al cabo de dos o tres días las religiosas se pusieron en contacto con mi madre y le dijeron que, dadas mis circunstancias, podía llegar al colegio a la hora que quisiera, aunque fueran las 11 de la mañana... Así que a partir de ahí, y durante los dos o tres años que faltaron para acabar el colegio, tuve yo una libertad enorme. Y mis estudios no se vieron perjudicados por ello, pues saqué buenas notas.
Recuerdo que éramos 2.000 y pico niñas en el cole, y yo era la que tenía más hermanos. Yo creo que, con mi oración en la escalera, la Virgen hizo reflexionar a esa religiosa, que seguro habló con las otras Madres del colegio y, por supuesto, con la Superiora, y tomaron la decisión de conceder un permiso muy especial para mí.
Yo sólo rogué a la Virgen poder entrar ese día en clase. ¡¡ Pero en el Cielo con frecuencia nos dan mucho más de lo que podamos llegar a imaginar !!
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B) Como sabéis, el Sacramento de la Unción de Enfermos, cura la salud del alma y, si conviene, también la del cuerpo. Pues bien, voy a contaros dos episodios que presencié yo directamente:
Una tía abuela mía, que desde siempre vivió con nosotros, hubo un momento que estaba tan mal, que llegó el momento de su agonía. Llamamos urgentemente al Párroco. Vino enseguida. Le administró la Unción de Enfermos (entonces se llamaba "Extremaunción"). Comprobó y comentó que efectivamente estaba agonizando. El médico estaba al llegar. Sin darnos cuenta (en mi casa somos muy despistados) nos fuimos todos a despedir al Sacerdote, y nadie se quedó en ese momento en la habitación de mi tía... Y cuál fue nuestra sorpresa cuando, al ir de nuevo a su habitación, ¡¡ se había levantado y estaba haciéndose su cama !! Llevaba bastante tiempo enferma, curó completamente, y vivió cuatro años más.
Pasados los años ocurrió un episodio muy similar con mi padre. Dio la casualidad de que en el momento de ponerse mi padre muy mal, estaba en casa mi hermano Sacerdote, y disponía por tanto de los utensilios para la Unción de Enfermos. Mi madre y yo le dijimos que por favor se la administrara deprisa porque lo normal es que se muriera a mitad... Otro hermano se echó a correr para ir a una Clínica, que está al lado de mi casa, para que vinieran con una ambulancia. Y cuando comenzaba a bajar las escaleras, mi madre nos dijo que le dijéramos que no fuera, pues la ambulancia no iba a hacer falta ya..., que era mejor que estuviera en el momento de expirar mi padre. Y, pensando mi hermano que teníamos razón, volvió a casa. En cuanto mi hermano el Sacerdote terminó de administrarle la Unción de Enfermos (por la premura, se la administró con devoción pero deprisa, tal como le habíamos rogado mi madre y yo), mi padre ¡¡¡ se puso COMPLETAMENTE BIEN de repente !!! Y vivió tres años y medio más. Murió a los 94 años de edad, sin ningún dolor, rodeado de todos nosotros, muy feliz y muy lleno de Dios, como había vivido siempre.
Y por último os cuento algo que no viví directamente, como los dos episodios anteriores, pero que le ocurrió a mi hermano Sacerdote:
Mi hermano, además de ser Rector de una Parroquia y de tener un cargo en la Curia, es Profesor de Universidad. Hace unos cinco años, una compañera suya le llamó al móvil y le dijo: "Ven por favor rápidamente, pues mi padre está agonizando en la UVI de tal Clínica. A ver si llegas a poderle administrar los Últimos Sacramentos". Mi hermano, que en ese momento estaba en la Universidad, dejó todo, tomó rápidamente un taxi, se fue a su Parroquia, cogió los utensilios de la Unción de Enfermos, y con el mismo taxi se fue a la Clínica. En la UVI le dejaron pasar por su condición de Sacerdote, y los facultativos le comentaron que efectivamente se estaba muriendo. Mi hermano lo vio FATAL, le administró el Sacramento de la Unción de Enfermos, y a continuación le dijo a su compañera: "cuando ocurra (refiriéndose al fallecimiento de su padre) avísame y me ofrezco a participar en el Funeral". Ella se lo agradeció todo mucho.
Con posterioridad esa chica le dijo a mi hermano que nada más salir él (mi hermano) de la UVI, su padre se puso de repente completamente bien. Tan bien que, a los tres días de este episodio, su padre se fue con su madre (es decir, con su mujer) a Ibiza diez días, en plan turístico... Esa chica comentó a mi hermano que ella iba diciendo a todos sus familiares y amigos que tenía un compañero que hacía milagros. Por supuesto mi hermano le aclaró que él no hacía absolutamente ningún milagro, sino que se trataba de un Sacramento que curaba el alma del enfermo y, en ocasiones, y si ésa era la Voluntad de Dios, también curaba la salud del cuerpo.
Supongo que todos sabéis que en la actualidad este Sacramento no se administra sólo cuando se está en peligro de muerte (como ocurría antiguamente), sino que se puede administrar a cualquier enfermo, incluso a cualquier persona mayor. De hecho yo lo recibo una vez cada año. Y como tengo 64, lo he recibido ya en doce ocasiones. Y gracias a Dios no estoy enferma de nada. La Indulgencia es Plenaria, siempre con las debidas condiciones, claro.
Un beso muy fuerte para todos los que ahora o algún día lleguéis a leer este mensaje, y ojalá que os pueda servir de provecho, ¡¡ que para eso os lo he escrito... !!
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C)
Os cuento un hecho real: un señor joven había muerto. Cuando un sobrino suyo llegó al velatorio, dijo que su tío se había movido. Como este sobrino era muy bromista, le reprendieron un poco diciéndole que no era el momento de hacer bromas… Pero resulta que estaba vivo de verdad. Vivió hasta los 90 años. Era el abuelo de mi cuñada. Yo le conocí, y sale en algunas fotos y vídeos hechos por mí en celebraciones familiares. Por cierto, era muy buena persona.
Os animo a que escribáis sucesos reales que os hayan pasado a vosotros o a gente que conozcáis. A mí me quedan muchas anécdotas por contar.
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