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 No reprimas la agresividad, ¡encáuzala!

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Georges42
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No reprimas la agresividad, ¡encáuzala! Empty
MensajeTema: No reprimas la agresividad, ¡encáuzala!   No reprimas la agresividad, ¡encáuzala! EmptyMiér Mar 21, 2007 9:54 am

pale No reprimas la agresividad, ¡encáuzala!

La agresividad es una característica natural que ayuda a los seres
vivos en su lucha por la supervivencia y que sirve al hombre para
enfrentar situaciones desfavorables. Sin embargo, cuando esta
energía se "sale de control", puede generar problemas de violencia y
convivencia social.

Aunque se coincide en señalar que la agresividad es un instinto
natural, también es posible afirmar que la manera de manifestarla
depende de las experiencias y del aprendizaje recibido en hogar,
escuela, trabajo u otros grupos sociales. De este modo, el manejo
de nuestros impulsos depende de la relación que se tenga con la
gente y, sobre todo, con los padres, por lo que se puede afirmar que
un niño que crece en un hogar donde las dificultades y diferencias
se solucionan con gritos y golpes, aprende que es a través de estas
vías como puede manejar su agresividad y hacer frente a toda
situación desfavorable. Algo similar ocurre en aquellas familias en
donde la violencia se vale de formas más "suaves", como el chantaje
emocional o la amenaza verbal.

Una persona agresiva actúa como si se encontrara amenazada y
amplifica su agitación interna debido a que en su inconsciente
guarda memoria de hechos que lo han marcado y en los que tuvo que
sacrificar sus proyectos, sufrió una gran pérdida, recibió burlas
repetidas, fue ignorado o careció de respeto a su persona y espacio
vital.

Es imposible despojar al ser humano de agresividad, pero la
conclusión a la que han llegado diversos especialistas en materia de
salud mental, es que la manera más constructiva de convivir con
nuestra propia agresividad consiste en encauzarla o canalizarla,
para lo cual existen diversos recursos probados en la práctica.

En primer lugar hay que señalar que una de las claves para manejar
la agitación interna consiste en volvernos concientes de nuestros
pensamientos; ésto se logra al detectar aquellas situaciones que
conducen a la ira, o cuando ocurra una situación amenazante,
respirar profundamente y dejar pasar un poco de tiempo para evitar
precipitaciones y, ante todo, para no interpretar ni juzgar las
cosas de manera equivocada.

Asimismo, se tiene bien establecido que la práctica deportiva
permite a toda persona distraerse y liberar tensión, además de que
ofrece muchos otros beneficios que son motivo de satisfacción
personal, como mejoría general de la oxigenación del organismo y el
fortalecimiento de huesos y músculos.

Se debe señalar que en muchas ocasiones la agresividad tiene el
objetivo de que se respeten las decisiones, ideas y espacio
individual, sólo que al tratar de marcar un límite es posible que el
mensaje se proyecte con violencia y sólo se consiga iniciar una
estéril discusión, amén de que probablemente el objetivo principal
no se cumplirá.

En estos casos, es importante encontrar un punto medio entre la
agresividad y la pasividad, de modo que el deseo de expresar los
propios sentimientos, derechos y opiniones no ocurra en forma
negativa (gritos, retos, burlas o incluso golpes), sino a través de
su faceta más positiva: la asertividad.

Una persona asertiva es expresiva, espontánea y segura, gracias a
que conoce sus emociones y anhelos, se siente satisfecha de su vida
social y tiene confianza en sí misma, de modo que es capaz de
encontrar un punto medio entre lo que quiere comunicar y lo que los
demás quieren y esperan. Lograrlo no siempre es fácil, sobre todo
por la falta de costumbre, pero se puede recurrir a la ayuda de un
psicólogo para conseguirlo de la mejor manera.

Ejemplos que clarifican este aspecto:

Se invita a un amigo a cenar y éste llega sin avisar, con retraso de
una hora. Es natural que se experimente irritación.

- Conducta pasiva: la reacción del anfitrión es, "Entra, la cena
está en la mesa", esta actitud lo llevará a contener su enfado y
frustración, que además puede estallar en algún momento de la
reunión.

- Conducta agresiva: se manifiesta con frases como, "Me has
puesto muy nervioso llegando tarde; ¡es la última vez que te
invito!".

- Conducta asertiva: se expresa con tono ecuánime, "He esperado
durante una hora; me hubiera gustado que me avisaras que llegabas
tarde".

Otro caso relativamente común es el del compañero de oficina que
busca constantemente que otras personas hagan su trabajo. Cuando se
piensa en que esa situación debe terminar y la persona conflictiva
vuelve a pedir "ayuda", se pueden mostrar diferentes reacciones:

- La pasiva consistiría en una frase como: "Estoy bastante
ocupado, pero si no consigues hacerlo te puedo ayudar"

- Una conducta agresiva sostendría: "Olvídalo, casi no queda
tiempo para hacerlo. Me tratas como a un esclavo. Eres un
desconsiderado".

- La idea se expresa con mayor claridad a través del pensamiento
asertivo: "No, no voy a hacer tu trabajo. Estoy cansado de hacer,
además de mi trabajo, el tuyo".

Finalmente, pensemos que la agresividad actúa de manera similar a la
corriente de un río, y aunque podemos optar por varias soluciones,
como secar el río, dejarlo correr libremente, oponerle una corriente
de agua en sentido puesto, construir un dique e impedirle el paso,
la mejor de las soluciones consiste en encauzarla (abrir canales
para enviar el agua hacia fines productivos como el cultivo) a fin
de obtener resultados positivos y una mejor convivencia.


"Por lo demás, hermanos, les pedimos encarecidamente en el nombre
del Señor Jesús que sigan progresando en el modo de vivir que agrada
a Dios, tal como lo aprendieron de nosotros. De hecho, ya lo están
practicando. Ustedes saben cuáles son las instrucciones que les
dimos de parte del Señor Jesús. La voluntad de Dios es que sean
santificados; que se aparten de la inmoralidad sexual; que cada uno
aprenda a controlar su propio cuerpo de una manera santa y honrosa,
sin dejarse llevar por los malos deseos como hacen los paganos, que
no conocen a Dios; y que nadie perjudique a su hermano ni se
aproveche de él en este asunto. El Señor castiga todo esto, como ya
les hemos dicho y advertido. Dios no nos llamó a la impureza sino a
la santidad; por tanto, el que rechaza estas instrucciones no
rechaza a un hombre sino a Dios, quien les da a ustedes su Espíritu
Santo" 1 Tesalonicenses 4:1-8

En la Santísima Trinidad:

Padre Roberto Mena, S.T.
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