LA PLENITUD DEL ESPÍRITU SANTO
La gran diferencia entre un riachuelo y un río caudaloso es que los dos llevan agua, pero solo el río caudaloso logra mover las grandes maquinas que producen abundante energía. Todos desde nuestro bautismo recibimos el don del Espíritu Santo; pero solo en que esta lleno del Espíritu Santo logra tener un ministerio de éxito, y una vida espiritualmente abundante.
Es por eso que San Pablo inspirado por dios, da una orden tajante: “Llénense del Espíritu Santo” (Ef. 5, 1Cool. Según los comentaristas el verbo griego, que emplea San Pablo indica que debemos “estarnos llenando continuamente del Espíritu Santo”. Esto se comprende cuando pensamos que también continuamente nos estamos “vaciando del Espíritu” por nuestra debilidad humana, que permite que las cosas mundanas nos vayan invadiendo.
A los apóstoles y discípulos, que acompañaron a Jesús en el momento de su ascensión, les dio una orden precisa: “Permanezcan en Jerusalén hasta que sean revestidos del poder de los alto” (Lc. 24, 29). El Señor se refería al poder del Espíritu Santo, que sus discípulos iban a recibir el día de Pentecostés. El Señor sabía de sobra que sin el poder del Espíritu Santo sus discípulos no podrían ser sus testigos con poder, al llevar el evangelio a todo el mundo. El ministerio de evangelizar es una lucha contra las potencias del mal. Bien le decía el Señor a Pablo que esa lucha consistía en arrancar a las almas de las manos del enemigo para pasárselas a las manos de Dios. (Hch 26, 1Cool
El gran secreto del éxito en tono a cualquier ministerio es “estar llenos del Espíritu Santo”. Cuando nos atrevamos a servir a los demás, sin el poder del Espíritu Santo nos va a suceder como a los apóstoles que o lograron expulsar un Espíritu malo de un joven epiléptico.