La triple confesión de Pedro
autor: Misael Cisneros | Fuente: Catholic.net
Juan 21, 15-19. Pascua. Nos pregunta hoy Cristo a cada uno de nosotros, ¿me amas?
Juan 21, 15-19.
Habiéndose aparecido Jesús a sus discípulos, y comiendo con ellos preguntó Simón Pedro: Simón de Juan, ¿me amas más que éstos? Le dice él: Sí, Señor, tú sabes que te quiero. Le dice Jesús: Apacienta mis corderos. Vuelve a decirle por segunda vez: Simón de Juan, ¿me amas? Le dice él: Sí, Señor, tú sabes que te quiero. Le dice Jesús: Apacienta mis ovejas. Le dice por tercera vez: Simón de Juan, ¿me quieres? Se entristeció Pedro de que le preguntase por tercera vez: ¿Me quieres? y le dijo: Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te quiero. Le dice Jesús: Apacienta mis ovejas. En verdad, en verdad te digo: cuando eras joven, tú mismo te ceñías, e ibas adonde querías; pero cuando llegues a viejo, extenderás tus manos y otro te ceñirá y te llevará adonde tú no quieras. Con esto indicaba la clase de muerte con que iba a glorificar a Dios. Dicho esto, añadió: Sígueme.
Reflexión
Cristo conoce nuestra debilidad en el amor y así como alguno le entregó nefastamente, otro en cambio se arrepintió y pidió perdón. Y no dudamos que Jesús quería el bien tanto de Pedro como el de Judas, pero uno supo corresponder al amor de su maestro levantándose de su caída y el otro en cambio prefirió ahorcarse en la maldad de su pecado.
Pedro, ¿me quieres?, ¿me amas?, ¿me amas de verdad, incluso más que éstos? Cristo se lo pregunta tres veces porque quiere escuchar de sus mismos labios que le ama de verdad, se lo pregunta tres veces porque busca confirmarle en el amor. Seguramente Jesús sabía que Pedro le amaba pero no es lo mismo saber que alguien nos ama a que nos diga con sus mismo labios tú sabes que te quiero.
El evangelio nos dice que Pedro se entristeció de que por tercera vez Cristo le hubiera preguntado ¿me amas? y no era para más, porque ¿quién de nosotros no se apenaría si escuchamos estas preguntas de aquel que sabemos que nos ama? Nos haría pensar que quien nos lo pregunta duda de nuestro amor o que realmente busca que le digamos que le amamos. De igual forma nos pregunta hoy Cristo a cada uno de nosotros, ¿me amas? ¿me amas incluso más que tu padre y tu madre, tu esposa y tu esposo, un amigo o una amiga, incluso por encima de cualquier objeto material? Y no temamos reponer con un sí sostenido, con un sí que hará de nuestro amor un amor no de sentimientos sino un amor fundado en la entrega y donación, como el amor de Pedro.