Sólo Dios basta
Fr.Eusebio Gómez Navarro O.C.D
Un anciano y santo ermitaño recibió a dos hombres que querían hacerse discípulos y seguir a Cristo pobre y crucificado. Uno de ellos era joven, recién convertido, y comenzaba el camino del cristianismo. El otro era maduro, antiguo cristiano ferviente, muy caritativo, libre de espíritu, y llevaba una vida sacrificada y penitente.
El Santo ermitaño le dijo al joven convertido: “Renuncia a toda posesión que no puedas llevar contigo a la hora de la muerte”. En cambio, le dijo al cristiano fervoroso y ascético: “No renuncies a nada, pero quédate solamente con Dios.”
Aparentemente, ambos consejos eran contradictorios; pero su objetivo era el mismo: llevar a los dos a la cima de la libertad
Segundo Galilea
“Sólo Dios basta”. Quedarse con Dios exige el haber optado por El como lo más importante, pasando todo lo demás a un segundo plano. Cuando uno puede vivir con Dios, como Señor y único tesoro, no necesita renunciar a nada, pues todo le habla a su vez de Dios.
San Juan de la Cruz es doctor de las Nadas, pero es, sobre todo doctor de el Todo. Para subir a la cima del Monte Carmelo, antes de elegir el camino de las “nadas” es preciso tener grandes deseos de amor por vivir con Dios, como el “absoluto”. El optar por Dios y, por tanto, renunciar a toda posesión que no se pueda llevar a la hora de la muerte, no supone un empobrecimiento, sino descubrir la gran riqueza de encontrar a Dios “ya que el corazón no se satisface con menos que con Dios “Ya que el corazón no se satisface con menos que con dios.” (Cántico Espiritual,35.1).
Para satisfacerse, contentarse con sólo Dios, es preciso amarle con todo el corazón. La dificultad, pues, no reside en renunciar, en dejar cosas en tener o poseer más o menos; no, el obstáculo viene, más bien de preferir vivir engolfado y saboreando los valores que ofrece el mundo, ante que a Dios.
“Oh, gran Dios de amor, y Señor, y qué de riquezas vuestras ponéis en e que no ama n gusta sino de Vos” (San Juan de la Cruz, Carta a doña Juana de Pedraza, de 28 de enero de 1589)
“Busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todo lo demás se les dará por añadidura.” (Mt, 6.33),