Está en el mundo, pero no es del mundo
Autor: Padre Mariano de Blas, L.C.
El religioso es un hombre que está en el mundo, pero no es del mundo. Se puede vivir dentro del mundo entre las cuatro paredes, pero pertenecer a otra raza y a otra civilización.
Ser del mundo significa exactamente lo contrario de ser de Dios; y Dios es puro, es santo, es amor; el mundo es impuro, pecador, está lleno de egoísmo, y así son, así se detectan sus hijos, por el olor se descubren, huelen a carroña, a detritus, a muladar. El religioso que oliese a dichas cosas ya se habría convertido en parte del mundo, pero si huele a cielo, es que es de allí. Los santos tienen el olor de Cristo, que es inconfundible con el del mundo, un olor a azufre, a vampiro infernal.
No es fácil transitar por los caminos del mundo como caballero de Cristo, porque a ambos lados del camino se dan cita ilusiones y sueños multicolores y no pocos engaños. Pasar sin dejarse atrapar requiere no poco valor.
Así es el religioso: un ser de otro mundo que, al pasar por éste, invita a la imitación de Cristo pero también es invitado a la mala vida, a la vida del mundo; algunos empiezan la travesía como cristianos y terminan pasándose al otro bando; tú estás en la travesía, sientes las ilusiones del mundo, pero convence mucho más Jesucristo.