Dios sabe hablar y escuchar
Fr.Eusebio Gómez Navarro O.C.D
Un anciano solía permanecer inmóvil durante horas en la iglesia. Un día, un sacerdote le preguntó de qué le hablaba Dios.
“Dios no habla. Sólo escucha”, fue su respuesta.
“Bien...¿y de qué le habla usted a Dios?”
“Yo tampoco hablo. Sólo escucho”
A.de Mello
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Dios habla y escucha. Quien ora debe escuchar a Dios.
“Habla, Señor, que tu siervo escucha” (1 Sm 3,5). Esta fue la oración que aconsejó Elí a Samuel. Este es el mismo estribillo que se repite en toda la Escritura “Escucha Israel”. Jesús nos dirá que la oración consistirá en escuchar: “Cuando oren, no sean palabreros como los paganos, que se imaginan que por hablar mucho les harán más caso” (Mt 6,7).
Es difícil escuchar. Ya Zenón decía que por algo la madre naturaleza nos había provisto de dos orejas una sola lengua. Escuchar es poner los oídos atentos a quien habla.
Dios habla. Sólo puede captar su mensaje quien vive en actitud de escucha. Dios habla de muchas formas y maneras; pero las más corrientes son a través de Cristo y de los otros.
En Jesucristo Dios nos lo ha dicho todo. Desde entonces se ha “quedado como mudo”. Sería gran necedad y agravio querer hacer hablar a Dios por medio de visiones, o revelaciones…ya no es “necesario que hable, pues acabando de hablar toda la fe en Cristo, no hay más fe que revelar ni la habrá jamás” (San Juan de la Cruz).
Dios nos habla también a través de la vida, a través de los miles de acontecimientos que suceden a diario.
Para escuchar a Dios es preciso:
-Poner un freno a la lengua, guardando silencio exterior e interior;
-buscar los espacios y lugares por donde anda Dios: evangelio, sagrario, iglesia, pobres, dentro del corazón; pero siempre en actitud de fe.
Cuando alguien se decide a buscar a Dios en humildad, disponibilidad, apertura y compromiso, lo hace escuchándoles sólo a Él. Es entonces cuando la oración, el diálogo con Dios, se convierte más en escucha que en palabras. “Quien escucha y no habla”, se da cuenta también de que “Dios no habla. Sólo escucha”.