Publicado el 18 de Febrero del 2007
Hace muchos años un ex-presidente acuñó la frase: “La corrupción somos todos” y la verdad es que esto tiene mucha razón. Lo más grave es que esto se ha convertido en una verdadera cultura que está destruyendo nuestra sociedad y nuestras propias familias. Hemos ido perdiendo el sentido de la honestidad, de la verdad, del trabajo honrado. Cada vez, a nuestra sociedad, le molesta guardar las reglas y esto se agrava porque las mismas autoridades van creando leyes y normas que han sido creadas prácticamente para facilitar la corrupción. Un ejemplo de esto es la ley antialcohólica que propone tolerancia “0”. Esto hace que nadie pueda tomar ni una gota de alcohol. Yo me pongo a pensar que pasaría si me detuvieran para hacerme la prueba después de celebra la misa… lógicamente saldría con aliento Alcohólico, pues la tolerancia es “0”. Esto me haría acreedor a una multa de $3000.00 y a perder mi licencia de conducir por tres meses. Obviamente quien se toma una cerveza, muy común en nuestra sociedad está en la misma situación, aunque no ponga en peligro a nadie. Esto facilita la corrupción y no ayuda a nadie. Y así como esto podemos encontrar muchas cosas en la sociedad que vana induciendo a volvernos corruptos. El cristiano debe ser una persona honesta y ser responsable de sus actos y no buscar huir de esta responsabilidad comprando a la Autoridad. Así mismo los gobernantes, siguiendo el consejo de Pablo “velar por sus gobernados” han de buscar que las leyes busquen el bien de la sociedad y no sólo sus propios intereses. Es necesario que cada uno de nosotros tomemos conciencia de nuestra realidad como Hijos de Dios y nos portemos a la altura de nuestra dignidad. Presentémonos en todo momento como auténticos seguidores de Cristo, actuemos en justicia y en verdad, no busquemos evadir la justicia comprándola.
Como María, todo por Jesús y para Jesús
Pbro. Ernesto María Caro.