8 de diciembre
La Inmaculada Concepción de
la Virgen María
La Inmaculada ConcepciónYa en el siglo II saludaba san Ireneo en la Madre de Jesús a la nueva Eva. Pero fue dentro del segundo milenio cuando poco a poco fue apercibiéndose la Iglesia del depósito revelado referente a la Inmaculada Concepción de María. El Papa Pío IX la proclamó solemnemente el 8 de diciembre de 1854. Hacía casi cuatro siglos que el papa Sixto IV había extendido la fiesta de la Concepción Inmaculada de María a toda la Iglesia de Occidente (1483).
Himno
I
De Adán el primer pecado
No vino en vos a caer;
Que quiso Dios preservaros
Limpia como para él.
De vos el Verbo encarnado
Recibió humano ser,
Y quiere todapureza
Quien todopuro es también.
Si Dios autor de las leyes
Que rigen la humana grey,
Para engendrar a su madre
¿no pudo cambiar la ley?
Decir que pudo y no quiso
Parece cosa cruel,
Y, si es todopoderoso,
¿con vos no lo habrá de ser?
Que honrar al hijo en la madre
Derecho de todos es,
Y ese derecho tan justo,
¿Dios no lo debe tener?
Porque es justo, porque os ama,
Porque vais su madre a ser,
Os hizo Dios tan purísima
Como Dios merece y es. Amén.
II
Eva nos vistió de luto,
De Dios también nos privó
E hizo mortales;
Mas de vos salió tal fruto
Que puso en paz y quitó
Tantos males.
Por Eva la maldición
Cayó en el género humano
Y el castigo;
Mas por vos la bendición
fue, y a todos dio la mano
Dios amigo.
Un solo Dios trino y uno
A vos hizo sola y una:
Más perfecta
Después de Dios no hay ninguna,
Ni es a Dios persona alguna
Más acepta.
¡Oh cuánto la tierra os debe!
Pues que por vos Dios volvió
La noche en día,
Por vos, más blanca que nieve,
El pecador alcanzó
Paz y alegría. Amén.
III
Ninguno del ser humano
Como vos se pudo ver;
Que a otros les dejan caer
Y después les dan la mano.
Mas vos, Virgen, no caíste
Como los otros cayeron,
Que siempre la mano os dieron
Con que preservada fuiste.
Yo, cien mil veces caído;
Os suplico que me deis
La vuestra y me levantéis
Porque no quede perdido.
Y por vuestra concepción,
Que fue de tan gran pureza,
Conserva en mí la limpieza
Del alma y del corazón,
Para que de esta manera
Suba con voz a gozar
Del que solo puede dar
Vida y gloria verdadera. Amén.
Oración
Padre, la boca se nos llena de cantares y el corazón rebosa de alegría, porque se acerca el nacimiento de tu Hijo, que levantó del sueño a los pastores y sobresaltó a los poderosos. Pero sobretodo llenó de gozo a su Madre María, que había vivido un adviento de nueve meses. Ella, sencilla como la luz, clara como el agua, pura como la nieve y dócil como una esclava concibió en su seno la Palabra. Concédenos que, a imitación suya, seamos siempre dóciles al evangelio de Jesús y así celebremos en verdad de fe la Pascua de su nacimiento. Por nuestro Señor Jesucristo.
O bien:
Oh Dios, que por la Concepción Inmaculada de la Virgen María preparaste a tu hijo una digna morada, y en previsión de la muerte de tu Hijo la preservaste de todo pecado, concédenos por su intercesión llegar a ti limpios de todas nuestras culpas. Por nuestro Señor Jesucristo.