La amistad , como el amor, necesita cuidados diarios y detalles. No olvidemos que, igual que toda planta, crece poco a poco, hasta convertirse en un gran árbol.
Muchos jóvenes no se preocupan por mantener y cultivar una amistad porque viven el momento, sin preocuparse mucho por el futuro y creen que lo que tienen nunca acabará. Están solos, pues sólo se preocupan de sus propias necesidades aunque aparentemente están rodeados de "amigos". El egoísmo que nos aturde actualmente, impide descubrir a esas personas que valen la pena mantener como amigos.
El destino de una persona, aseguran algunos estudiosos, puede estar determinado en gran medida, por la amistad. Un joven puede comprometer o asegurar su porvenir según las amistades que mantenga o rechace. Por algo existe el dicho: "Los hombres son falsos, si conviven con mentirosos; ruines, si conviven con avaros; y vanidosos, si se relacionan con presumidos". De la misma manera, podemos afirmar que las personas son virtuosas, si conviven con aquellos que practican las virtudes. La verdadera amistad, por lo tanto, se contagia, se aprende y se debe enseñar con el ejemplo. Los amigos terminan por ser los "libros del corazón".
Únicamente cosecharemos amistad, en la medida en que hayamos sembrado amor comprensión y sinceridad con nuestros semejantes. Sin olvidar que la prueba de fuego de una verdadera amistad pasa, necesariamente, por la soledad.
El Papa Juan Pablo II nos dice en sus diversos documentos que la amistad no es un interés particular, sino una donación de uno mismo, de tiempo, de disponibilidad, de generosidad, de caridad. Así, para mantener una amistad toda la vida, debemos cultivar las siguientes virtudes:
* La sinceridad y la franqueza. El amigo es alguien en quien siempre se confía. La mentira y la traición acaban al instante con cualquier amistad, por firme que haya sido.
* El respeto al amigo tal como es. Dejarle que tenga plena libertad de actuación y no pretender jamás adueñarse de su voluntad. Ninguna forma de amor respeta tanto la libertad del otro como la amistad.
* La generosidad. Es una virtud que, en la amistad, se da en forma natural y espontánea. Esta generosidad entre amigos, compartiéndolo todo, exige una necesaria dosis de respeto y delicadeza mutua.
* La aceptación de fallos, defectos y limitaciones, sabiendo disculpar de la misma forma que uno desearla ser perdonado y disculpado por el amigo. No ayuda a mantener una amistad el sermonear o exhibirse como un ejemplo a imitar.
* La amistad es una forma de amor que exige reciprocidad y se construye de encuentros diferentes, que son momentos de felicidad y gran intensidad vital. En estos encuentros, los amigos se complementan mutuamente y ven la misma realidad, del mismo modo.
* Para cultivar una verdadera amistad, hay que tomar en cuenta que elegimos por amigo a quien se comporta bien con nosotros, a quien a nuestro entender también los demás apreciarán como tal. Nosotros, al mismo tiempo, nos comportamos de una forma ejemplar con el amigo, si seguimos los consejos de Jesucristo.
¿Qué estás dispuesto a hacer por la otra persona?
La amistad es sacrificio y abnegación porque cuando alguien es amigo, es capaz de hacer cualquier cosa para ayudar. Si a las tres de la mañana te avisan que tu mejor amigo sufrió un accidente, sin pensarlo dos veces, te levantarás e irás al hospital a acompañarle. Es un sacrificio: el salir de noche, dejar de descansar, pero como existe una verdadera amistad, ni te cuestionas el esfuerzo.
También hay que ser generosos para atraer amigos. Ser generoso significa compartir una comida cuando nos vamos de paseo, prestarle dinero al que lo necesite de verdad o compartir una chamarra cuando hace frío. Hay que saber en qué puede estar pensando nuestro amigo para adelantarnos a los acontecimientos y demostrar que lo conocemos, tanto que sabemos los pasos que va a dar.
Cristo, el mejor modelo de amigo
Si uno busca el amigo perfecto, se quedará sin amigos porque ni siquiera nosotros somos personas perfectas. No se puede ser perfeccionista cuando se quiere hacer amigos.
Nadie es perfecto en este mundo, salvo Cristo, Nuestro Señor. El sí es el amigo perfecto para cualquier persona porque vive y pone en práctica todos estas cualidades que estamos analizando. Él nos demuestra que, a pesar de nuestras infidelidades, sigue esperando reactivar nuestra amistad en el Sacramento del perdón.
Está siempre abierto a escucharnos si nos damos tiempo para la oración. Y también, si le dejamos hablarnos y le escuchamos frente al sagrario o después de recibirle en la Eucaristía, Él nos dirá con toda franqueza y delicadeza, qué aspectos de nuestra vida debemos rectificar para ser unos buenos amigos.
En este breve tratado sobre la amistad, Dios nos señala los peligros de la amistad para mostrar las bendiciones de la verdadera amistad.
Muchos creen que el éxito social de un joven o de una chica se mide en la cantidad de amigos que tiene, pero olvidamos que un cristiano debe esforzarse por cultivar primero, su amistad con Cristo, con quien puede conversar cada vez que recibe la Eucariatía. Un católico mantiene a sus amistades practicando las virtudes de Cristo..