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 Prescindir de Dios

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MariCruz
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MensajeTema: Prescindir de Dios   Prescindir de Dios EmptyMiér Sep 12, 2007 1:15 am




PRESCINDIR DE DIOS
Fr.Eusebio Gómez Navarro O.C.D



Los terroristas que se inmolaron en Leganés, España, dejaron el siguiente texto: los mataremos en cualquier lugar y en cualquier momento. Nuestros inocentes mueren por miles en Afganistán e Iraq, ¿acaso vuestra sangre vale más que la nuestra? Los atacaremos... los mataremos... en sus casas... Actuamos con equidad: "Agrede a quien te agreda, del mismo modo que te han agredido".

`Sangre por sangre!`Destrucción por destrucción!"

Todos sufrimos dentro de nosotros de grandes deseos de hacer lo que nos hacen, de vengarnos, de matar. Estas tendencias y raíces, que es el pecado latente en nosotros, quieren surgir de maneras siempre nuevas; quieren seducirnos hacia el mal y la infidelidad.

Esta es la tentación y los diversos rostros de las tentaciones. La tentación no es ni el pecado ni el mal, sino tan sólo su seducción. En este sentido el mismo Jesús conoció la tentación, ya que ésta no es incompatible con su absoluta santidad: la tentación es parte de la condición humana que Jesús asumió, salvo el pecado (Lc. 4,1).

Cuentan que hace años un sacerdote se mudó para Houston, Texas. Poco después, subió a un autobús para ir al centro de la ciudad. Al sentarse, descubrió que el chofer le había dado una moneda de 25 centavos de más en el cambio. Mientras consideraba qué hacer, pensó para sí mismo: "¡Ah!, olvídalo, son sólo 25 centavos. ¿Quién se va a preocupar por tan poca cantidad?

Acéptalo como un regalo de Dios". Pero cuando llegó a su parada, se detuvo y, pensando de nuevo, decidió darle la moneda al conductor diciéndole: "Tome, me dio usted 25 centavos de más". El conductor, con una sonrisa, le respondió:

"Sé que es el nuevo sacerdote del pueblo. Estaba pensando regresar a la Iglesia y quería ver qué haría usted si yo le daba cambio de más". Se bajó el sacerdote sacudido por dentro y pensó: "¡Oh Dios!, por poco te vendo por 25 centavos."

Los evangelios nos presentan las tentaciones de Jesús como provenientes del exterior (el demonio Lc 22,39-44). En Jesús no había raíces y tendencias interiores hacia el mal, que en nosotros son fruto del pecado, original y personal. Nosotros tenemos esas raíces, que los maestros espirituales suelen identificar como el “querer poseer” (cosas, riquezas, placeres, personas…); el “querer valer” (diversas formas de vanidad, de prestigio….); “querer ser” (el egoísmo fundamental que sustituye a Dios y a la fraternidad…). Estas raíces pueden surgir continuamente como tentación, como sustitución del modo evangélico de canalizar estas tendencias, por el modo de actuar según “la carne” y el egoísmo, fuentes de pecado.

La espiritualidad cristiana tiene una dimensión de muerte y de abnegación del “hombre viejo” para vivir según el Espíritu del “hombre nuevo”, aun después de haber dejado el pecado.

La abnegación o ascética cristiana va más allá de la pura renuncia al mal y al pecado. Esta última renuncia puede ser el objeto de una “ascética natural” o de cualquier humanismo sano.

La ascética cristiana tiene varias motivaciones válidas, a partir de la vocación de seguir a Jesús, y no sólo de vivir una ética natural.

Una segunda motivación viene por el hecho de la tentación y de la tendencia al mal que nos habita. Necesitamos mantener el control de estas tendencias (diversas en cada ser humano), y la libertad para buscar al Dios mayor que nos pide siempre ser más.

Siguiendo a San Juan de la Cruz, debemos agregar también que la ascética y la renuncia son necesarias para purificar nuestras “tinieblas” (cegueras) y “apegos” (falta de libertad) que impiden a nuestro ser adecuarse a Dios para experimentarlo por la fe.

La gran tentación, la única tentación que podamos tener es la de prescindir de Dios, el caminar sin contar con Él.
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