NO TE HIERAS
Fr.Eusebio Gómez Navarro O.C.D
El rabino Joshua Liebman aboga porque se cambie el texto del mandato del amor y se exprese así: “Amate y cree en ti mismo, y amarás y creerás en tu prójimo”. Un psiquiatra de la lCínica Psiquiátrica Payne -Whitney de Nueva York, dijo: “Si las personas sintieran un amor sano hacia sí mismas, en lugar de odiarse y sentirse mal consigo mismas; si amasen al niño que llevan dentro, en lugar de despreciar sus debilidades, nuestra lista de espera se reduciría a la mitad”.
Sin el amor a sí mismo es casi imposible vivir, pues cada momento se convierte en una amenaza, porque la persona se siente incompetente e inferior a los demás.
Amarse a uno mismo no es ser vanidoso ni engreído. Es sentirse bien como uno es, perdonándose, aprobándose y mostrándose cariñoso y amable con uno mismo, aceptándose tal como se es.
Para lograr una buena estima se requiere: conocimiento de sí mismo, capacidad de apreciar lo que uno es e integración de lo negativo presente en la propia vida. El conocerse a sí mismo es tarea de cada día. Conocemos y admiramos las maravillas de nuestro mundo, pero no nos comprendemos a nosotros mismos. El “¡tarde te amé, hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te amé!” de san Agustín, no sólo se lo podemos aplicar a Dios, sino también a nosotros. Cada persona, pues, debe aprender a amarse a sí mismo, a comprenderse, a aceptarse tal como es. Quien se acepta a sí mismo se libera de infinidad de problemas..
El concepto que tenemos de lo que somos se debe, en parte, a las experiencias del pasado: éxitos, fracasos y cómo nos han tratado en la niñez. El niño aprende lo que ve y lo que vive y según los patrones que sus padres le trasmiten, así aprende a amarse o a odiarse, a valorarse o a despreciarse.
Nadie puede herirme si yo no lo decido. “Nadie puede hacer mal a nadie, sino que cada uno es el que con sus obras se hace mal o no “ (Epicuro). Y san Juan Crisóstomo añade: “Nadie puede herir a quien no se hiere a sí mismo”. El que sufre algún daño y es herido es porque él se hiere a sí mismo. “¿Quién puede haceros daño si os dedicáis a practicar el bien?” (1Pe 3,13).
“La autoestima no viene determinada por el éxito social, al aspecto físico, la popularidad o cualquier otro valor que no se halle directamente bajo el control de nuestra voluntad. Al contrario, depende de nuestra racionalidad, honestidad e integridad, que son procesos volitivos, operaciones de la mente de las cuales somos responsables”(L. Field). La autoestima nos considera aptos para vivir la vida con todos sus desafíos y hace que seamos conscientes de todas las posibilidades que hay dentro de nosotros.
La autoestima proviene de la autoaceptación. “La autoaceptación es un rechazo a negar o desestimar cualquier aspecto del sí mismo: nuestros pensamientos, emociones, recuerdos, atributos físicos, subpersonalidades o acciones” (N. Branden). La autoestima es la clave para comprenderse a sí mismo y a los otros.
Para proteger nuestra autoestima, es necesario que sepamos evaluar nuestra conducta de la manera apropiada. Debemos aprender a no disculparnos nunca por nuestras virtudes, ni hacernos reproches por ellas, ni tratar de rechazarlas. La persona que se autoestima suficientemente posee, en mayor o menor grado, las siguientes características: Aprecio, Aceptación, Afecto, Atención, Autoconciencia, Apertura y – en una palabra que incluye todas las antedichas – Afirmación. Quien tiene una autoestima alta se siente apto para la vida, capaz y valioso para llevar a cabo cualquier tarea.
La persona que se autoestima se considera y se siente igual que las otras personas, no se deja manipular por los demás y tiene confianza en resolver por sí misma los problemas. La autoestima nos ayuda a ser más felices, a enfrentar con valor las adversidades, a confiar y sentirnos seguros, a amarnos y a amar, a no odiar a nada ni a nadie, a tratar a los otros con más respeto, a triunfar en la vida.
Sin embargo, quien tiene la autoestima baja suele ser crítica e hipersensible a la crítica, tiene un deseo excesivo por complacer a los demás, sufre de culpabilidad neurótica y de depresión.
L. L. Hay presenta estos pasos para amarse a sí mismo:
- Deja de criticarte. La crítica nunca cambia nada. Niégate a criticarte. Acéptate exactamente tal como eres. Todo el mundo cambia. Cuando te criticas, tus cambios son negativos. Cuando te apruebas, tus cambios son positivos.
- No te asustes. Deja de aterrorizarte con tus pensamientos.
- Sé amable, apacible y paciente. Sé amable contigo. Pórtate bien contigo.
- Sé tolerante con tu mente. El odio a uno mismo es el odio a los propios pensamientos.
- Elógiate. La crítica destruye el espíritu interior. El elogio lo construye.
- Bríndate apoyo. Busca formas de apoyarte. Recurre a tus amigos y déjate ayudar.
- Sé indulgente con tus aspectos negativos. Comprende que los creaste para satisfacer una serie de necesidades.
- Cuida tu cuerpo. Infórmate sobre cual es la nutrición adecuada para ti.
- Trabaja con el espejo. Mírate a los ojos a menudo. Expresa el creciente amor que sientes por ti.
¡Hazlo ya! No esperes a sentirte bien.