MARCADOS POR LA CRUZ
Fr.Eusebio Gómez Navarro O.C.D
¿Por qué sufre el ser humano? ¿Dónde estaba Dios en las desgracias personales y sociales? ¿Cómo entender esto que parece tan complicado? Sólo desde la fe, mirando a Cristo en la cruz, podemos vislumbrar algo de este gran misterio. Jesús ha querido pasar por él para redimirnos, para salvarnos, para sacarnos del pecado y de la muerte.
La cruz, el dolor, es compañero del ser humano, es el pan nuestro de cada día. Al cristiano le marcan con la cruz en el día del bautismo. Desde los comienzos del cristianismo la cruz ha sido y es el símbolo y la señal del cristianismo. Tertuliano (siglo II), entre otros, nos habla ya de “la señal de la cruz”.
No existe un Cristo sin cruz y una cruz sin Cristo. Sin Cristo, la cruz no tiene sentido para el cristiano. Existen infinidad de cruces de colores y tamaños diferentes. Está la personal, la de una familia y la de todo un pueblo.
Hay que aprender a saber llevar la cruz. En cada cruz, personal o colectiva, es bueno abandonarse en las manos de Dios. “Dejarse en las manos de Dios es lo más acertado en todo”, solía repetir santa Teresa de Jesús. Ponerse en las manos de Dios es el mejor modo de conseguir la paz y la alegría en el vivir y cumplir su voluntad