María visita a su prima Isabel
Fuente: Catholic.net
Autor: Misael Cisneros
Lucas 1, 39-56.
En aquellos días, se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena de Espíritu Santo; y exclamando con gran voz, dijo: Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí? Porque, apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno.¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!Y dijo María: Engrandece mi alma al Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi salvador porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava, por eso desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada, porque ha hecho en mi favor maravillas el Poderoso, Santo es su nombre y su misericordia alcanza de generación en generación a los que le temen. Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los que son soberbios en su propio corazón. Derribó a los potentados de sus tronos y exaltó a los humildes. A los hambrientos colmó de bienes y despidió a los ricos sin nada. Acogió a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia- como había anunciado a nuestros padres - en favor de Abraham y de su linaje por los siglos. María permaneció con ella unos tres meses, y se volvió a su casa.
Reflexión
El episodio que precede a la visitación de María a su prima Isabel es la anunciación del ángel a María. Es decir, María va a visitar a su prima cuando sabe que sería madre de Dios. ¿Qué rey, emperador o presidente ha habido en la historia que sabiendo de su cargo va a hacerle los mandados a sus primos? Y, sin embargo, María, que contaba con una dignidad muy grande sobre la tierra, se humilla y va a servir a su prima. Podemos decir que se adelanta al mandato de Cristo de la última cena de “amarnos los unos a los otros como Él nos amó”
Hablar de María, por tanto, significa hablar de la caridad, del amor, de la entrega desinteresada a nuestro prójimo, de la donación y servicio por amor. Una característica muy peculiar que encontramos en la caridad de María es la siguiente, se levantó presurosa. El evangelio nos da a entender que María tenía prisa por ayudar a su prima que estaba por dar a luz. Por ello, la verdadera caridad implica, en primer lugar, levantarnos de donde estamos para servir a los demás.
¿Cuántas veces nos quedamos solamente en buenas intenciones, en un quisiera ayudar pero...? Sin embargo, la caridad implica levantarnos de nuestros propios gustos, de nuestros intereses personales, de nuestras formas de pensar, para servir por amor a Dios a los demás. Si Juan Pablo II nos dice que buen samaritano es aquel que se para junto a la vida de otro hombre para ayudarle a cargar con su cruz, también podemos decir que todo buen hijo de María es aquel que se levanta presuroso de sus propios gustos para servir a los demás.
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