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 LA VIRGEN MARÍA

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Angel
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MensajeTema: LA VIRGEN MARÍA   LA VIRGEN MARÍA EmptyJue Feb 15, 2007 8:54 am

LA VIRGEN MARÍA


Objetivo: Valorar a María como esposa y como madre y descubrir su importancia en la historia de la salvación.


HECHO DE VIDA:


Luis y Carla se casaron muy enamorados, pero conforme fueron pasando los años su amor se fue apagando. Luis se dio íntegro a su esposa y a sus hijos durante los primeros años de su matrimonio, mas cuando perdió su trabajo y se quedó sin nada, todas sus ilusiones se le desmoronaron. Lejos de batallar, se abandonó y se refugió en el alcohol. Carla, por su parte, intentó alentar y ayudar a su esposo en lo que podía. Durante mucho tiempo ella se convirtió en el soporte de su hogar. Mientras su esposo, malhumorado y ebrio, pasó a ser una carga para su familia, ella trabajaba para alimentar y educar a sus hijos. Sus luchas y trabajos, sus súplicas y oraciones, sus lágrimas y sollozos... ¡ todo parecía inútil!. Muchas veces Carla estuvo a punto de desistir de su nueva realidad, pero su amor de esposa y madre la llevó a buscar en Dios el refugio y el consuelo.
En una ocasión Carla cayó gravemente enferma. Los hijos sintieron que todo se terminaba: Sin madre, con un padre alcohólico y sin recursos económicos ¿cómo vivir?, se preguntaban. Fue entonces cuando Luis reaccionó; rogó a Dios por su esposa y ofreció cambiar.
Ahora Luis y Carla están luchando juntos. Él, con la ayuda de su esposa, está superando el alcoholismo. La familia se ha unido y todos están colaborando para salir adelante.

Preguntas para compartir:


1. ¿Qué importancia tiene la madre dentro del hogar?
2. En nuestra sociedad, ¿valoramos verdaderamente a la mujer como esposa?
3. ¿Cuáles deben ser las cualidades de una buena madre y de una buena esposa?

LECTURA BÍBLICA:

CONTENIDO DOCTRINAL:

1. Contexto histórico del matrimonio en la Sagrada Escritura:


El matrimonio entre los hebreos, se constituía por dos actos a los que correspondían dos situaciones sucesivas:
 Los esponsales, por los que quedaban casados, pero sin convivir,
 y las nupcias, traslado solemne de la esposa a casa del esposo, que consumaba definitivamente el matrimonio.

El matrimonio de José con María, sin duda debió acomodarse en todo a las costumbres del pueblo de Israel. Lo podemos ver en el momento de la Anunciación:

“Al sexto mes fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea,
llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la
casa de David; el nombre de la virgen era María.” (Lc 1, 26-27)

Hasta entonces, como lo afirma San Mateo, María no había sido llevada a la casa de José:

“Se le apareció en sueños el ángel del Señor que le dijo: José , hijo de David,
no temas recibir en tu casa a María, tu mujer.” (Mt 1,20)

Revelado el misterio de la Encarnación, José llevó a María a su casa, celebrándose las nupcias. Desde entonces, pudo María llamarse plenamente su esposa (Lc 2,5), y José, padre de Jesús.
2. María como esposa:

La Biblia nos narra la creación del hombre y la mujer, la cual fue hecha de su costilla para que sea su compañera y amiga. Ambos están llamados a tener una relación íntima y profunda, por eso, el hombre y la mujer, en el matrimonio, ya no serán dos, sino una sola carne (Gn 2, 21-24).
Desde el momento mismo en que María y José se casan, María será la compañera, amiga y esposa de José. Ella sostendrá frecuentes diálogos con su esposo; la comunicación será importante en su vida matrimonial, intercambiarán alegrías y tristezas, preocupaciones y problemas, sorpresas y novedades que les daría su hijo Jesús.
María siempre estará en constante servicio a los demás, pero sin descuidar sus deberes de esposa. El amor y la atención a su familia serán su primera preocupación. Ella fue una esposa fiel y abnegada, que siempre veló por la unión y armonía familiar. De esta forma la “Casa de Nazaret” será el ambiente propicio para que el niño Jesús crezca y se desarrolle en gracia y sabiduría (Lc 2,40).
Entre José y María existirá siempre esta triple realidad: diálogo, amor y fidelidad. Por eso, María es ejemplo de esposa para toda mujer que se siente llamada a la vida matrimonial.

3. María como madre:

María fue una doncella judía, que vivía en Nazaret de Galilea. Fue elegida por Dios para asumir una misión especial: ser Madre del Hijo de Dios. Para tal fin, fue dotada de una serie de dones, ya que para el cumplimiento de su misión era preciso que ella estuviera poseída totalmente por la gracia de Dios (cf. L.G. 56).
María fue consciente de la presencia y de la acción de Dios en su vida, por eso pudo proclamar sus grandezas por lo que Él había hecho en ella (cf. Lc 1,46-55).
El papel de María y su importancia en la vida de la Iglesia es inseparable de su relación con Jesús y la obra salvífica. Únicamente partiendo de Dios y de su designio de amor, en Cristo Salvador, brilla María de Nazaret (L.G.52).
Con profunda fe acepta ser la Madre de Dios, abandonándose totalmente a lo que el Señor le pedía. No comprende cómo se realizará ni las consecuencias que todo ello traería, pero acepta humildemente diciendo: “He aquí la sierva del Señor” (Lc 1,38).
La misión que le da Dios a María la cumple con sencillez. Da a luz a su hijo, lo cuida con amor entrañable, lo atiende, lo educa, lo corrige y le hace crecer en libertad para cumplir con su misión cuando sea el tiempo propicio. Ella acompañará permanentemente a su hijo con su preocupación y amor maternal. Estará presente en el primer milagro que manifiesta la gloria de Jesús (Jn 2,1-12) y, estará presente, también, en el momento final de su vida para expresarle, al pie de la cruz, su consuelo y adhesión a su obra (Jn 19, 25). Más tarde, después de la Ascensión de su Hijo, María estará presente en los comienzos de la Iglesia con sus oraciones (cf. L.G. 59).
La misión de esta mujer no se reduce solamente al parentesco de sangre con Jesús, sino que está implicada con toda su persona en los acontecimientos salvíficos que fueron sucediéndose a partir de su participación en este misterio de amor. Más que por la maternidad física, la felicitación va a María por su fe y obediencia a la Palabra (Lc 8, 19-21).
La Virgen creyó (Lc 1,45) y concibió antes en su espíritu que en su vientre virginal; de ahí que los lazos de la carne y la sangre sean secundarios y deban ceder paso a las realidades del Espíritu y a los designios del Padre.
María no comprendía los acontecimientos de la vida de su hijo en toda su plenitud y perfección. Se admiraba de lo que decía y realizaba y, como toda madre, guardaba en su corazón todo aquello para hacerlo objeto de su atenta contemplación (Lc 2,19. 50-51).

3.1. ¿Tuvo María otros hijos?

No. Jesús fue el primogénito y el hijo único de María. Algunos objetan esto por algunos textos de la Escritura que podrían sugerirnos lo contrario, sin embargo, la Iglesia siempre ha sostenido que María no tuvo más que un hijo, Jesús, el Hijo de Dios, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo. Por tanto, María fue Virgen antes, durante y después del parto.
Las objeciones frecuentes que se hacen son:
 “antes de empezar a estar juntos”; “no la conoció hasta que” (cf. Mt 1,18.25): Estas expresiones del evangelista no contemplan el período posterior al nacimiento de Jesús, tan sólo pretenden poner en claro que la concepción del Mesías había sido virginal.

 “y dio a luz a su hijo primogénito” (cf. Lc 2,7): En griego bíblico, el término “primogénito” no supone necesariamente hermanos menores, sino que subraya la dignidad y los derechos del primer hijo, aunque fuese el único, pues ese hijo era propiedad de Dios y era necesario rescatarlo mediante una ofrenda a Dios. (cf. Ex 34,19-20; Num 18,15).

 “hermanos y hermanas de Jesús” (cf. Mt 12,46ss; Mc 3,31-35; 6,3; Lc 8,19; 1Cor 9,5; Ga 1,19): Siguiendo la forma de expresión de los orientales, la Sagrada Escritura usa el término “hermano” para designar, en sentido amplio, algún grado de parentesco. Así, Lot es llamado “hermano” de Abraham, aunque queda claro, por la misma Escritura, que se trataba de su sobrino (cf. Gn 12,5; 13,Cool. Otras veces, la palabra “hermano” significa tan sólo que la persona pertenece a una misma familia o clan (cf. 1Cro 15, 5-10), a la misma tribu (cf. 2Re 10,13), o al mismo pueblo (cf. Ex 2,11).
Ninguno de los llamados “hermanos de Jesús” es presentado por los evangelistas como hijo de la Virgen María. De los cuatro “hermanos” cuyos nombres fueron registrados: Santiago, José, Judas y Simón (cf. Mt 13,55), consta claramente que Santiago y José son los hijos de una María discípula de Cristo, mujer de Cleofás (cf. Mt 27,56, Mc 15,40; Jn 19,25). Por tanto, los “hermanos de Jesús” no eran sino parientes próximos de Jesús, en grados diversos, ya sea por la relación con San José o con la Virgen María.

3.2. ¿Por qué María es nuestra Madre?

La maternidad de María no sólo va respecto a Jesús, sino que se hace extensiva a todos los hombres a los cuales Él vino a salvar, cumpliéndose así la voluntad de Jesucristo de darnos a su Madre como nuestra Madre (cf. Jn 19,26-27). Desde ese momento María se convierte en Madre espiritual de la Iglesia, a la que acompañará en su peregrinar, con su amor e intercesión, hasta el fin de los tiempos.

4. La fe de María:

Con frecuencia nos hacemos falsas imágenes de la vida de María, fabricamos muchas veces un “cuento de hadas”. Y nos olvidamos que toda su vida transcurrió bajo el velo de la fe: de una fe que ni veía ni comprendía, pero que confiaba plenamente en la providencia divina (Lc 1, 28-38).
Su fe se iba acrecentando por medio de la meditación y por vivir en contacto íntimo con aquel hijo que iba creciendo en sabiduría y en gracia (Lc 2,40).
María, como cualquier cristiano, tuvo que aprender a caminar en la fe; por eso, ella es denominada como la “peregrina en la fe”. En su vida encontramos esa actitud de indagación, de amor y de servicio. La fe de María es propia de alguien que tiene plena certeza de saber en quién se ha depositado la confianza y que se vive tranquilo porque se sabe que Dios nunca defrauda.

5. La devoción a María:

Sin duda alguna, María ocupa un lugar especial en la Iglesia. Nuestro pueblo es sumamente mariano, es más, decía Pablo VI que “no se puede ser cristiano sin ser mariano”. Hay una serie de advocaciones y devociones de la Santísima Virgen María que contribuyen a aumentar y fortalecer la fe de nuestro pueblo. De allí que podemos decir la expresión de un himno flamenco: “el amor le dio mil nombres”. Sin embargo, cuando el amor no está bien informado tiende a expresarse exageradamente y a dar una falsa interpretación de la verdad. Esto ocurre a veces con María, que en nuestro afán por manifestarle nuestro amor podemos atribuirle títulos y formas de culto que no hacen sino deformar la imagen y el papel que tiene María en la historia de la salvación.

Cabe advertir que, con respecto a nuestra actitud hacia María, puede haber un doble peligro:
a) De exageración (divinizar a María, fomento exagerado de devociones, o puro sentimentalismo).
b) De empequeñecimiento (minimizar su papel en la historia de la salvación).

5.1. ¿Qué culto debemos darle a María?


Distinguimos tres formas de culto:
 Culto de dulía: el que se tributa a los ángeles y santos.
 Culto de hiperdulía: el que se tributa a la Santísima Virgen.
 Culto de latría: el que se tributa sólo a Dios.
A María se le venera, no se le adora, pues no es diosa. La veneración consiste en tributarle honor y alabanza por ser la Madre de Dios, Madre nuestra y la más perfecta de las creaturas. El culto de María es una devoción que se halla en un nivel más elevado que el culto de los santos. No hay dogmas de santos, pero sí marianos, a saber:
1. La inmaculada concepción de María.
2. La virginidad de María.
3. La maternidad divina de María.
4. La asunción de María a los cielos.

Esto señala que María, como persona, pertenece esencialmente a la realidad de la revelación. Todo dogma tiene una significación concreta dentro del plan de la salvación y guarda una relación íntima con el núcleo mismo de nuestra actitud religiosa.
El culto a María tiene como fundamento el puesto excepcional que ella tiene en la historia de la salvación: es Madre de Jesucristo, el Verbo encarnado, y de toda la Iglesia. La piedad mariana es respuesta a su función maternal.


CONCLUSIONES:


1. María fue la esposa, amiga y compañera de José. Ellos son modelo de lo que todo hogar debe intentar vivir: una triple realidad de diálogo, amor y fidelidad.

2. María cumple su función maternal, como toda madre, cuidando a su hijo con amor, atendiéndolo, educándolo y corrigiéndolo para que cumpla su misión cuando sea el tiempo propicio.

3. María es importante en la historia de la salvación no sólo por ser la Madre de Jesús, sino también por su fe y obediencia a la Palabra de Dios.

4. La maternidad espiritual de María se extiende a toda la humanidad. Ella nos acompaña con su amor e intercesión maternal.

5. María tuvo que aprender a caminar en la fe, la cual iba acrecentando y fortaleciendo por la meditación y por el contacto íntimo con su Hijo Jesús.

6. El amor y el culto a María tienen su fundamento en su función maternal: es Madre de Jesucristo y de toda la humanidad.
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